Quizás el lector no sepa que publico mensualmente en una revista profesional para hoteleros. Insisto muy a menudo en que los desayunos no pueden cobrarse más caros que una comida de menú en el restaurante que siempre hay cerca del hotel. Me horripila ver cómo algunos establecimientos se atreven a cobrar por encima de los doce euros por un buffet y no ofrecen alternativas para los clientes que símplemente quieren tomar un café y un croissant, ya que a esas horas cierran la cafetería.
Naturalmente que el hotel es de los dueños y hacen con su negocio lo que quieran, pero lo que consiguen es que la mayor parte de los huéspedes se largue a la cafetería de enfrente. Da igual dónde se construya un hotel porque enseguida aparece un bar a pocos metros y allí se dan cita los clientes que huyen de precios propios de barra americana. Claro que hay clientes a quienes la empresa les paga todos los gastos pero los del fin de semana no están para pulirse 25 euros del ala por pareja por muy bueno que esté el desayuno. Normalmente en los buffets hay abundancia pero no siempre calidad. Estamos muy hartos de que el café sea un líquido negro y el zumo de naranja sea un líquido de color naranja, de que haya que cortar los croissants con motosierra y los bollos a hachazos, de que la mantequilla esté tan dura que parezca congelada y no haya leche semidesnatada.
La mayor parte de los buffets pueden pasar al olvido casi de inmediato. De vez en cuando te topas con sorpresas agradables como la tortilla de patata recién hecha o los churros. Hay buffets que impresionan como el del Barceló Nervión de Bilbao, que es todo un espectáculo, pero en general la vulgaridad lo invade todo.
Por eso siempre elijo hoteles con desayuno incluido. No me gusta tener que buscarme la vida para desayunar. Podría argumentarse que si el desayuno va en el precio te lo están cobrando, pero se da la circunstancia de que en hoteles muy parecidos con tarifas casi idénticas unos incluyen el desayuno y otros no. Hay que elegir los que dan algo gratis.
El desayuno cuesta muy poco al hotelero y suele cobrarse como si nos metiéramos cocaina. Curiosamente en Inglaterra casi siempre forma parte del precio de la habitación aunque se va perdiendo la tradición lentamente, pero es de una gran calidad y para una cosa que hacen bien, la cuidan bastante. En Francia los buffets son más baratos que los españoles y además los croissants marcan la diferencia, por no hablar del pan.
Hace unos años me pidieron en el Corinthia de Lisboa la friolera de 17 euros por desayunar. Vale que era un cinco estrellas pero con servicio de cuatro y tamaño de habitación de tres, pero es que con ese dinero uno puede desayunar, comer y cenar en ese país. Justo al lado había un centro comercial con una zona de restauración magnífica en el que tenían de todo, con el zumo de naranja natural a euro y medio y bocadillos de carne a dos euros y medio.
A ver si los hoteleros se enrollan y regalan desayunos o los empiezan a vender a cinco euros, una cifra con la que todavía ganan bastante y no nos obligan a salir para evitar el atraco en el que casi nadie pica.
Comentarios
Debe ser el rollo precio 'a la carta' de los aviones (sólo te vendo la habitación y todo lo demás te lo cobro). Pero no tiene sentido. Como lo del wifi, otro coste marginal para el hotel que cobran como si tuvieras que comprar el router. Son extras que ahora prácticamente te separan de la competencia por abajo si no los das gratis. A ver la crisis empuja a los hoteleros a tratar mejor y mimar a los clientes.