Desgraciadamente existe un tipo de conducción automovilística que se podría denominar como autista, valga el juego de palabras. Los que vivimos en zonas de montaña sabemos muy bien a qué nos referimos. Se trata del caso en el que un conductor que desconoce la ruta conduce muy lentamente en los tramos con curvas y luego acelera fuértemente en los trazados rectilíneos. Todo eso es muy conveniente pero hay que tener en cuenta que puede haber otros coches detrás. Si los kilómetros van pasando y acumulamos gente que nos sigue muy de cerca es posible que vayamos provocando una retención y lo más grave es cuando no permitimos que nos rebasen en los tramos autorizados. No se trata de llegar el primero sino de mostrar caballerosidad en la carretera. Hemos de facilitar siempre el adelantamiento y no dificultarlo.
Uno de los recorridos en los que los lugareños sufren bastante la conducción de los foráneos es el Desfiladero de la Hermida, en Cantabria. Hay muchos otros casos similares y los que residen comarcas similares me comprenden fácilmente. Es muy pesado seguir a un coche que circula a menos de 40 km/h y luego acelera en las rectas lo justo para que nadie lo adelante, llegando incluso a ocupar los dos carriles para imposibilitar que lo rebasen. En sitios así los camioneros actúan con elegancia y enseguida reducen y nos dan intermitente para que los adelantemos y así no amargarnos la fiesta. También hay conductores muy señores que paran el coche antes de una curva para que el cruce con los camiones se haga en zona recta y ancha. Lo mejor en esos sitios es pitar para advertir de nuestra presencia. El hecho de que haya una línea pintada en el centro no siempre implica que haya sitio para cruzarse y se trata sólo del eje de la carretera.
Si quieres ver el paisaje, lo mejor es que pares el coche y lo mires tranquilamente. No obligues a los demás a circular léntamente, porque aunque tú estés de vacaciones los demás van a trabajar y tienen prisa.
Hay muchos días de verano en los que es imposible superar los 60 km/h en el tramo que va desde Cangas de Onís a Arriondas, incluso con tráfico fluido, a causa de que un sólo vehículo va deleitándose en la contemplación de hórreos, vacas, caballos, chalets y la vista de los Picos de Europa.
En cuanto circulo por una carretera panorámica voy pendiente de no molestar a lo que me siguen y les cedo el paso a la mínima. Otra cosa distinta es lo que me sucedión en el cantón de los Grisones suizo, en cuyas carreteras nacionales hay una limitación a 80 km/h y casi parece la velocidad mínima para los residentes, que te dan luces e incluso te pitan si cumples con las normas. No parece haber muchos controles de tráfico en la Suiza rural. Donde andan ágiles es en los Pirineos franceses pero allí son más educados que en tierras germanoparlantes helvéticas.
Los hay que no saben andar mejor pero también abundan quienes no quieren hacerlo símplemente por vagancia y egoismo.
En carreteras turísticas, por favor, no ralentice el tráfico. Los habitantes de las zonas rurales no vamos por las circunvalaciones de las grandes ciudades a 25 km/h para admirar los rascacielos.
Por cierto que también los hay muy graciosos que te llevan en caravana a 70 km/h por una nacional y luego mantienen esa velocidad en las limitaciones a 50 km/h de las poblaciones, con lo que no los pillas nunca y encima tienen la suerte de que no les pillen.
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