Que conste que no tengo nada personal contra el país ni sus habitantes. Sencillamente me parece que Alemania tiene un largo camino que recorrer para convertirse en destino turístico de calidad. No es que fallen los hoteles, bastante aceptables en general. No es que se coma mal, sino más bien muy decentemente y a buen precio. No es que te claven a peajes como en Francia sino que las autopistas son gratuitas. No es que tenga peligrosidad ciudadana ni mucho menos. Tampoco falta patrimonio que digamos. Pero Alemania carece de vocación de servicio al visitante extranjero y en general hay una escasa predisposición a aceptar que su lengua se convierte en una barrera infranqueable para visitantes de todo el universo. Precisamente el castillo de la foto es uno de los muy pocos lugares del territorio germano donde se hacen las cosas como deben y me refiero a la excelente organización para acoger turistas en otras lenguas además de la local.
Alemania es un país que exporta viajeros, un mercado más bien emisor y no tan receptor como sería deseable. Mientras los viajeros alemanes son recibidos en Baleares o Canarias como se merecen, los españoles o franceses no se sienten precisamente bienvenidos en un lugar donde se debería implantar el inglés en la señalización turística para facilitar las cosas al resto de ciudadanos del mundo. Lo grave es que fuera de las grandes ciudades hay demasiados establecimientos hoteleros donde ni siquiera te puedes apañar en inglés.
Cada vez que comento con alguien que he estado de vacaciones en Alemania me preguntan lo de siempre: "¿Cómo te comunicas con ellos?" Y les respondo que en inglés cuando se puede. Lo gracioso es que teniendo frontera de cientos de kilómetros con Francia no haya manera de usar la lengua de Molière casi en parte alguna.
El viajero queda con una sensación extraña. Parece como si Alemania no solo no necesitara visitantes foráneos sino que en algunos sitios casi preferirían no tenerlos y les incomodaran los visitantes que desconocen su lengua. El turista suele perderse la oferta gastronómica porque no hay manera humana de saber qué dice la carta; únicamente pude consumir en restaurantes con cartas traducidas a otras lenguas y me tuve que limitar a restauración rápida o autoservicios.
Otro extraño déficit del país es la escasez de servicios en las autopistas. El que llega desde Francia se sorprende de la práctica inexistencia de áreas de descanso y la necesidad obligatoria de acudir a las de servicio, que son más bien escasas, pequeñas, con parkings limitadísimos y WCs de pago. La tortura puede ser terrible en rutas frecuentadas por camiones, que abarrotan los parkings hasta hacer imposible la entrada y el estacionamiento de un coche. En las nacionales es rarísimo ver un área de picnic y el aparcamiento en los pueblos virtualmente inexistente a no ser que uno resida allí o el lugar sea turístico. Es muy típico que el parking sea de pago incluso en los lugares más apartados, aunque siempre se puede recurrir a las zonas comerciales. En un "Autohof" alemán he visto el mayor desorden de todos los tiempos, con coches circulando en dirección contraria, obligación de pasar por los surtidores de combustible para acceder a la cafetería, coches aparcados en la zona verde y en el carril de salida y un sinfín de burradas que no he presenciado en ningún otro país.
Los horarios comerciales ayudan muy poco y a las seis de la tarde está casi todo cerrado. Para cenar la cosa se complica aún más y después de las ocho tendremos problemas. Si a ello añadimos que la iluminación nocturna de muchas ciudades parece de hace un siglo, no apetece precisamente darse una vuelta por los centros urbanos. La señalización de las carreteras tampoco lo pone sencillo; muy a menudo se corta una carretera por obras y no se señalizan desvíos alternativos; el que procede de Francia y viene acostumbrado a la perfección en las indicaciones se pierde enseguida. Lo de encontrar un hotel es de traca porque generalmente no se señalizan y ni siquiera aparece la palabra "hotel" sobre el tejado del edificio.
Para otros viajes posteriores elegiré destinos con mayor interés por el visitante extranjero. A ver si a la vuelta de unos años las cosas mejoran. Ojo porque fuera de las zonas turísticas de masas España tiene problemas muy graves con las lenguas extranjeras aunque se intenta suplir el desconocimiento con dedicación y simpatía.
Alemania es un país que exporta viajeros, un mercado más bien emisor y no tan receptor como sería deseable. Mientras los viajeros alemanes son recibidos en Baleares o Canarias como se merecen, los españoles o franceses no se sienten precisamente bienvenidos en un lugar donde se debería implantar el inglés en la señalización turística para facilitar las cosas al resto de ciudadanos del mundo. Lo grave es que fuera de las grandes ciudades hay demasiados establecimientos hoteleros donde ni siquiera te puedes apañar en inglés.
Cada vez que comento con alguien que he estado de vacaciones en Alemania me preguntan lo de siempre: "¿Cómo te comunicas con ellos?" Y les respondo que en inglés cuando se puede. Lo gracioso es que teniendo frontera de cientos de kilómetros con Francia no haya manera de usar la lengua de Molière casi en parte alguna.
El viajero queda con una sensación extraña. Parece como si Alemania no solo no necesitara visitantes foráneos sino que en algunos sitios casi preferirían no tenerlos y les incomodaran los visitantes que desconocen su lengua. El turista suele perderse la oferta gastronómica porque no hay manera humana de saber qué dice la carta; únicamente pude consumir en restaurantes con cartas traducidas a otras lenguas y me tuve que limitar a restauración rápida o autoservicios.
Otro extraño déficit del país es la escasez de servicios en las autopistas. El que llega desde Francia se sorprende de la práctica inexistencia de áreas de descanso y la necesidad obligatoria de acudir a las de servicio, que son más bien escasas, pequeñas, con parkings limitadísimos y WCs de pago. La tortura puede ser terrible en rutas frecuentadas por camiones, que abarrotan los parkings hasta hacer imposible la entrada y el estacionamiento de un coche. En las nacionales es rarísimo ver un área de picnic y el aparcamiento en los pueblos virtualmente inexistente a no ser que uno resida allí o el lugar sea turístico. Es muy típico que el parking sea de pago incluso en los lugares más apartados, aunque siempre se puede recurrir a las zonas comerciales. En un "Autohof" alemán he visto el mayor desorden de todos los tiempos, con coches circulando en dirección contraria, obligación de pasar por los surtidores de combustible para acceder a la cafetería, coches aparcados en la zona verde y en el carril de salida y un sinfín de burradas que no he presenciado en ningún otro país.
Los horarios comerciales ayudan muy poco y a las seis de la tarde está casi todo cerrado. Para cenar la cosa se complica aún más y después de las ocho tendremos problemas. Si a ello añadimos que la iluminación nocturna de muchas ciudades parece de hace un siglo, no apetece precisamente darse una vuelta por los centros urbanos. La señalización de las carreteras tampoco lo pone sencillo; muy a menudo se corta una carretera por obras y no se señalizan desvíos alternativos; el que procede de Francia y viene acostumbrado a la perfección en las indicaciones se pierde enseguida. Lo de encontrar un hotel es de traca porque generalmente no se señalizan y ni siquiera aparece la palabra "hotel" sobre el tejado del edificio.
Para otros viajes posteriores elegiré destinos con mayor interés por el visitante extranjero. A ver si a la vuelta de unos años las cosas mejoran. Ojo porque fuera de las zonas turísticas de masas España tiene problemas muy graves con las lenguas extranjeras aunque se intenta suplir el desconocimiento con dedicación y simpatía.
Comentarios
He estado varias veces en Alemania, y siempre he acabado con una cierta sensación de que "no me esperaban".
Recuerdo una cafetería en Dresden, en cuya terraza nos sentamos mi padre y yo para tomar algo. Estábamos comentando alguna cosa del viaje en catalán. La camarera se dio cuenta de que íbamos a ser una fuente de problemas (no hablábamos alemán) y esquivó nuestra mesa con largos rodeos, hasta que ya no le quedó más remedio que atendernos.
De todas formas, es un gran país, con muchísimas cosas interesantes por ver.
Pero si hablas alemán, mejor.
No he ido a Alemania aún y me atrae mucho el país, pero el idioma es en parte una barrera (bueno, y el dinero ahora como española que soy...) Tras una temporada en hostelería como digo, sí me atrevería a ir porque no es tan difícil aunque pueda parecer lo contrario a primera vista.
Si lo cuentas es asi en general, y no en sitios puntuales, sí que me parece mal que no tengan las cartas de restaurantes, o señalizaciones traducidas al inglés por ejemplo...pero qué digo inglés, ESPAÑOL, porque si tanto nos quieren como destino, deberían interesarse más por la cultura y la lengua española...que bastantes campañas turísticas hace Canarias(hablo de lo que conozco) en el país teutón y sólo ya por esa relación de años de Fuerteventua, Lanzarote o Gran Canaria con el público alemán, debería trascender en algo más, puesto que no son turistas de una vez y ya, sino que repiten destino con lo que se establece una cierta relación.
Yo al menos, cuando visito un destino más veces me intereso por su lengua (y eso que los españoles tenemos un suspenso en idiomas, mejor no hacer referencia a los últimos acontecimientos "olímpicos") pero es que creo que es algo normal, algo que te sale natural cuando un destino te gusta, o será que me gustan los idiomas simplemente. De todas formas para triunfar con un alemán medio hay algunos trucos: demostrar seguridad - porque huelen la inseguridad y no la toleran - y demostrar también un interés por su lengua. ASí ello se relajan, y luego le hablas en "aleiminglés" y los tienes comiendo de tu mano.
Como clientes, debo decir que son los más exigentes, pero los que mejor valoran tu trabajo. Es fácil ver a un turista alemán que deja a un masajista 10 o 15 euros de propina por un tratamiento caro. Pero si no están satisfechos, ten por seguro que te lo harán saber.
Soy más prosajona que otra cosa, y me atrae mucho Francia últimamente para vivir una temporada, pero reconozco que trabajar con ellos es reconfortante, no sólo por el dinero que recibes en propinas, sino porque sabes que son un público sincero, y la verdad que ese detalle ha hecho que quiera visitar el país con más ganas o aprender más de su idioma.
Y otra cosa, España es país receptor de turismo, es nuestra obligación saber idiomas, no sólo inglés, sino alemán y francés. No entiendo por qué los españoles se quejan en general de que "estamos en España, aquí se habla español", si comemos gracias a ellos en media España. La gente no se da cuenta de que aprender idiomas es una ventaja increíble? de que ganas en saber y que es genial ir a un país y poder entenderte con los demás?
Un saludo!
Nayra