Viena es toda una capital europea de alto coste y muy pensada para los locales o visitantes de alto poder adquisitivo. Hay muy pocas cosas gratis o baratas en Viena. No se trata de una ciudad fácil de andar y el transporte público se hace necesario para una visita completa; menos mal que el pase diario de transportes se paga por debajo de 5 euros y el agua de las fuentes públicas compite con la calidad de las embotelladas.
Felizmente hay alguna visita a coste cero, como es el caso del Naschmarkt, el mercado de la ciudad, que no compite en calidad con el de la Boquería de Barcelona ni en elegancia con el Covent Garden de Londres, ni en amplitud con el de Bolhao de Oporto. Hoy el día este mercado se ha convertido en todo un espectáculo turístico y ha perdido parte de su función original. Más bien se trata de un área de restauración rápida y multiétnica. No hay mejores frutas que en un mercado andaluz ni mejores pescados que en cualquier supermercado portugués ni la variedad de quesos de una tienda asturiana, vamos, que no se compite con la sección gourmet de Harrod's o de los grandes almacenes suizos Manora.
El Naschmarkt está ahí para hacer una pausa y pasar unos minutos entretenidos entre tanta visita cultural. Ojo porque hay mucho follón y el paseo puede ser agobiante, lo mismo que comer en las estrechas mesas de las terrazas o soportar la brasa que dan algunos vendedores para que compres. No se trata de un gran mercado cubierto sino de una sucesión de puestos de más de 1000 metros de longitud. Por lo menos no nos costará nada y tendremos derecho a un buen rato de novedades. Los precios de la mercancía suelen indicarse por cada 100 gramos o medio kilo, para no asustar demasiado...
Casi se me olvida mencionar que el mercado se halla cerca de la parada de metro Karlsplatz.
Felizmente hay alguna visita a coste cero, como es el caso del Naschmarkt, el mercado de la ciudad, que no compite en calidad con el de la Boquería de Barcelona ni en elegancia con el Covent Garden de Londres, ni en amplitud con el de Bolhao de Oporto. Hoy el día este mercado se ha convertido en todo un espectáculo turístico y ha perdido parte de su función original. Más bien se trata de un área de restauración rápida y multiétnica. No hay mejores frutas que en un mercado andaluz ni mejores pescados que en cualquier supermercado portugués ni la variedad de quesos de una tienda asturiana, vamos, que no se compite con la sección gourmet de Harrod's o de los grandes almacenes suizos Manora.
El Naschmarkt está ahí para hacer una pausa y pasar unos minutos entretenidos entre tanta visita cultural. Ojo porque hay mucho follón y el paseo puede ser agobiante, lo mismo que comer en las estrechas mesas de las terrazas o soportar la brasa que dan algunos vendedores para que compres. No se trata de un gran mercado cubierto sino de una sucesión de puestos de más de 1000 metros de longitud. Por lo menos no nos costará nada y tendremos derecho a un buen rato de novedades. Los precios de la mercancía suelen indicarse por cada 100 gramos o medio kilo, para no asustar demasiado...
Casi se me olvida mencionar que el mercado se halla cerca de la parada de metro Karlsplatz.
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