Siempre he sentido cierta fascinación por los cementerios y con el tiempo he descubierto que los hay muy famosos, como los de Montparnasse o Père Lachaise en París. También está el de Omaha Beach en Normandía y los hay de nazis en Francia. Es famoso el de Luarca en Asturias por sus vistas al mar. Seguro que me falta alguno interesante, pero el que sale en las fotos es de los muy especiales. Se encuentra en la localidad polaca de Zakopane, capital del turismo de invierno en ese país.
En Zakopane la arquitectura utiliza la madera para construir casas y en el caso de las tumbas no iban a ser menos. La misma iglesia adyacente es de madera y muy mona. Aqui yace el creador del estilo arquitectónico Zakopane, omnipresente en toda la ciudad, con viviendas que son únicas en Europa y muy imitadas. Ojo porque no hay nada de folklórico ni ancestral en el tipo de vivienda, inventada hace poco más de cien años.
En Zakopane todo es espectáculo y la gente va allí a divertirse, una especie de Benidorm de alta montaña y que hace de Chamonix toda una sosería. Eso sí, los montes Tatras no son los Alpes y ni siquiera los Picos de Europa, pero sí una zona de esquí muy asequible.
El cementerio es un recanto tranquilo aunque hay que compartir la visita con más gente que tiene los mismos intereses.
A Zakopane se puede llegar desde Cracovia pero madrugando, por que los 100 km que separan ambas poblaciones deberían recorrerse en dos horas de bus pero generalmente el viaje se alarga más de la cuenta. Una noche en Zakopane no es mala idea porque hay muchos y muy buenos servicios, con hoteles baratos y restaurantes a muy buen precio. Por cierto que allí tienen uno de los mayores mercadillos de productos típicos que se puedan ver en el continente.
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