Más vale que el viajero vaya avisado de mano. La mayoría de las playas italianas obliga a pagar por disfrutar de ellas. Esto es así desde mediados del siglo pasado y desde entonces ha sido la iniciativa privada la que se ha encargado de su mantenimiento y su explotación.
Lo curioso es que en el 99% de las ocasiones las playas ni siquiera son visibles desde los paseos marítimos porque se encuentran valladas y existen controles de acceso. El bañista que se lo pueda permitir dispone de tumbonas, sombrillas, servicios y duchas, todo por una tarifa diaria muy poco conveniente para los que quieren pegarse un chapuzón y tomar el sol un ratito.
Todo lo anteriormente mencionado constituye un choque cultural de tres pares de narices incluso para los franceses, que siguen contando un playas de libre acceso universal para todos los ciudadanos del mundo. No digamos ya para los españoles, que nos vemos sorprendidos por un sistema de baños más bien poco democrático. Sí es posible entrar en zonas de baño libre, pero con una calidad ínfima y sin posibilidad de extender una toalla en el suelo. Lo de aparcar cerca de la playa también exige mucha moral y algo de dinero.
No me gusta el método pero me aguanto. Incluso me pregunto si convendría aplicarlo en algunas playas españolas de modo selectivo. Hay que tener en cuenta que el ayuntamiento asturiano de Villaviciosa se gasta en mantenimiento de playas 300.000 euros anuales y no obtiene ninguna rentabilidad aportada por los visitantes. Yo mismo reconozco que utilizo playas de Ribadesella y Llanes con aparcamiento gratuito y nunca gasto nada en esos municipios. Digamos que hago turismo diesel, o sea que ando mucho, consumo poco y contamino bastante.
Ahí queda la propuesta de debate. En España nos sobran playas pero a los municipios les cuesta mantenerlas y no siempre aportan beneficios a la población local.
Lo curioso es que en el 99% de las ocasiones las playas ni siquiera son visibles desde los paseos marítimos porque se encuentran valladas y existen controles de acceso. El bañista que se lo pueda permitir dispone de tumbonas, sombrillas, servicios y duchas, todo por una tarifa diaria muy poco conveniente para los que quieren pegarse un chapuzón y tomar el sol un ratito.
Todo lo anteriormente mencionado constituye un choque cultural de tres pares de narices incluso para los franceses, que siguen contando un playas de libre acceso universal para todos los ciudadanos del mundo. No digamos ya para los españoles, que nos vemos sorprendidos por un sistema de baños más bien poco democrático. Sí es posible entrar en zonas de baño libre, pero con una calidad ínfima y sin posibilidad de extender una toalla en el suelo. Lo de aparcar cerca de la playa también exige mucha moral y algo de dinero.
No me gusta el método pero me aguanto. Incluso me pregunto si convendría aplicarlo en algunas playas españolas de modo selectivo. Hay que tener en cuenta que el ayuntamiento asturiano de Villaviciosa se gasta en mantenimiento de playas 300.000 euros anuales y no obtiene ninguna rentabilidad aportada por los visitantes. Yo mismo reconozco que utilizo playas de Ribadesella y Llanes con aparcamiento gratuito y nunca gasto nada en esos municipios. Digamos que hago turismo diesel, o sea que ando mucho, consumo poco y contamino bastante.
Ahí queda la propuesta de debate. En España nos sobran playas pero a los municipios les cuesta mantenerlas y no siempre aportan beneficios a la población local.
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