No es la primera vez que me encuentro algo así ni será la última pero creo que la práctica de cobrar por los folletos en las oficinas de turismo es algo que afecta negativamente a la percepción del turista.
Estuve un par de días en la ciudad alemana de Freiburg, conocida en español como Friburgo. Allí comprobé que no había forma de obtener mapas y planos a no ser que pasara por caja. Obviamente no me salió de las narices dejarles un euro siquiera.
Los turistas somos personas que viajamos y gastamos todo lo que podemos, para lo cual hay que poner las cosas fáciles a los desinformados. La información escrita en papel que dan en las oficinas de turismo ayudan al viajero a prolongar su estancia. Por supuesto que eso cuesta dinero a las arcas municipales, pero el dinero también llega de los impuestos a los comerciantes que se lucran con el turismo.
Un suspenso en turismo para esa bellísima ciudad que es parada obligada en cualquier ruta por la región de la Selva Negra. Por cierto que una localidad volcada al visitante debería utilizar también el inglés o el francés en la señalización, más aún cuando Francia aporta cientos de miles de visitantes al año y el resto de los europeos lo pasa fatal con el alemán. Tienen lo que hay que tener, mucho atractivo, pero les falta un toque de distinción y generosidad.
Ojo porque en España los intentos de cobrar por folletos han acabado sistemáticamente en el fracaso más estrepitoso y han dado mala imagen del destino.
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