Estoy hasta el moño de tomar malos cafés en España y no quiero arriesgarme a sufrir más brebajes intragables hechos a base de un pésimo ingrediente, con una mala cafetera y en tazas poco adecuadas. Es que me gusta el buen café y me disgusta el mal café. Lo tomo por el sabor y no por compromiso. En Italia y Portugal no hay que preocuparse porque nadie se atreve a servir un café de baja calidad, pero en España hay que tener mucha suerte para acertar.
Lo primero que hago en una cafetería es mirar la máquina, comprobar la marca y echar una ojeada a cafés ya servidos para evitar riesgos. Si no me convence la propuesta del local, echo mano al bolsillo y saco una monodósis formato ESE que es compatible con cualquier cafetera profesional, pido que me hagan el café con ella y que me lo cobren como si tal cosa. Normalmente nadie se niega y consigo tomar un buen café cuando estoy de viaje, lejos de mi casa y de mis Tassimo, Stracto y Dolce Gusto.
Ahora que gracias a Nespresso y otras marcas los españoles han descubierto que el café puede saber bien, resulta penoso que millares de bares nacionales sigan trabajando con torrefactos y mezclas baratas que decepcionan a propios y extraños. Un café deja una ganancia del 1000% si se usan ingredientes de baja calidad y todavía se gana mucho dinero sirviéndolo del bueno. En España y Francia el problema es recurrente.
Ya sé que parece mucha chulería llevar en el coche un lote de monodósis ESE, inventado por Illy y que se comercializa bajo muchas marcas, pero no me queda más remedio, sobre todo cuando se trata de desayunar en un hotel. En algunos de lujo tienen Nespresso y en otros más humildes usan Stracto, pero no son más que excepciones.
Una torrefactora francesa a la que felicité por la calidad de su producto me comentó que la hostelería local no estaba interesada porque prefería los cafés de los distribuidores, mucho más baratos. Ya se ve que a demasiados hosteleros no les interesa nada la satisfacción del cliente sino los márgenes de ganancia.
Si el lector decide hacerme un poco de caso puede hacerse con esas monodósis en muchos supermercados y aprovecharlas durante sus viajes por España.
Aprovecho para comentar que felizmente en muchas zonas de Galicia y Extremadura consumen la marca portuguesa Delta y eso se nota para bien.
Lo primero que hago en una cafetería es mirar la máquina, comprobar la marca y echar una ojeada a cafés ya servidos para evitar riesgos. Si no me convence la propuesta del local, echo mano al bolsillo y saco una monodósis formato ESE que es compatible con cualquier cafetera profesional, pido que me hagan el café con ella y que me lo cobren como si tal cosa. Normalmente nadie se niega y consigo tomar un buen café cuando estoy de viaje, lejos de mi casa y de mis Tassimo, Stracto y Dolce Gusto.
Ahora que gracias a Nespresso y otras marcas los españoles han descubierto que el café puede saber bien, resulta penoso que millares de bares nacionales sigan trabajando con torrefactos y mezclas baratas que decepcionan a propios y extraños. Un café deja una ganancia del 1000% si se usan ingredientes de baja calidad y todavía se gana mucho dinero sirviéndolo del bueno. En España y Francia el problema es recurrente.
Ya sé que parece mucha chulería llevar en el coche un lote de monodósis ESE, inventado por Illy y que se comercializa bajo muchas marcas, pero no me queda más remedio, sobre todo cuando se trata de desayunar en un hotel. En algunos de lujo tienen Nespresso y en otros más humildes usan Stracto, pero no son más que excepciones.
Una torrefactora francesa a la que felicité por la calidad de su producto me comentó que la hostelería local no estaba interesada porque prefería los cafés de los distribuidores, mucho más baratos. Ya se ve que a demasiados hosteleros no les interesa nada la satisfacción del cliente sino los márgenes de ganancia.
Si el lector decide hacerme un poco de caso puede hacerse con esas monodósis en muchos supermercados y aprovecharlas durante sus viajes por España.
Aprovecho para comentar que felizmente en muchas zonas de Galicia y Extremadura consumen la marca portuguesa Delta y eso se nota para bien.
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